
Aunque se refiera a ellas, y lo haga con su característica erudición emocionada, no reproduce Menéndez Pelayo las tres estrofas de la Comedieta de Ponça del Marqués de Santillana de las que dice que son “el más antiguo trozo de poesía horaciana en nuestra lengua”. Estoy de regreso en su delicioso Poetas de la corte de don Juan II (Austral, segunda edición, 1946); el librito es una selección hecha por Enrique Sánchez Reyes de su gran Antología de poetas líricos castellanos, y reúne los capítulos de este magno estudio dedicados a Enrique Villena, Juan de Mena, el Marqués de Santillana y otros. En la página 129 del pequeño volumen, don Marcelino afirma que las tres estrofas contienen “una bella, sentida y armoniosa paráfrasis del Beatus Ille, de Horacio, y son, sin disputa, el más antiguo trozo de poesía horaciana en nuestra lengua, digno por todas razones del honor que le concedió Herrera citándole en sus comentarios a Garcilaso”.

No reproduce Menéndez Pelayo las estrofas que inauguran la presencia de Horacio en nuestra poesía, como tampoco, por cierto, el comentario de Fernando de Herrera (que no me interesa menos), así que me doy a la tarea, gratificante para el aficionado a la poesía castellana medieval en que me veo convertido, de ir en búsqueda de ambos pasajes. Mi modesta biblioteca no lo es tanto como para impedirme intentarlo, o incluso conseguirlo con éxito. Me guardaré la preciosa cita herreriana siquiera para tener algo que hacer la próxima semana.

La Comedieta de Ponça fue escrita a fines de 1435 o principios de 1436, así que es de entonces la primera aparición de la impronta de Horacio en nuestra poesía, si sigue siendo válido lo enunciado por don Marcelino hace más de cien años. No tardo en dar con ella en mi ejemplar de las Poesías completas del Marqués de Santillana (edición de Maxim P. A. M. Kerkhof y Ángel Gómez Moreno, Clásicos Castalia, número 270, págs. 303-304, Madrid, 2003). Para facilitar futuras consultas, coloco la referencia en la página respectiva de mi tomito pelagiano; por último, copio los versos en mi cuaderno en línea, para que los conozcan quienes siguen este blog.

XVI
¡Benditos aquellos que con el açada,
sustentan su vida y biven contentos
e, de quando en quando, conosçen morada
y suffren pasçientes las lluvias e vientos!
Ca éstos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tienpo passado,
nin de las presentes se fazen cuidado,
nin las venideras do han nasçimientos.
XVII
¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruessas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del archo en tienpos devidos!
Ca éstos por saña non son conmovidos,
nin vana cobdiçia los tiene subjectos;
non quieren thesoros nin sienten deffectos,
nin turban themores sus libres sentidos.
XVIII
¡Benditos aquellos que quando las flores
se muestran al mundo deçiben las aves,
e fuyen las ponpas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca éstos non temen las lides marinas,
nin çierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.

Más sobre Menéndez Pelayo en este blog:
Su Epístola a Horacio, comentada por Antonio Alatorre.
Más poesía clásica en Siglo en la brisa:
Tres sonetos (eróticos) dorados.
Los versos marinos de Francisco de Aldana.