De viaje, en octubre pasado, evoqué varias veces un breve e hilarante fragmento de La Regenta, novela que me ha acompañado durante largos años y releo estos días con más placer (y risas) que nunca. Me prometí buscarlo, nada más de regreso en México, y copiarlo en mi blog, como hago ahora. El marido tenía…
La Regenta, capítulo II, página 157
