En el minuto mismo en que pensaba cómo acompañar esta preciosa foto, hecha el 28 de julio de 2016, jueves, en el restaurante Bellinghausen de la Ciudad de México, la escritora Verónica Murguía me hizo llegar por correo electrónico, igual que hizo con otros amigos, dos poemas inéditos de David Huerta dedicados a Antonio Deltoro. Yo había quedado de comer con Toni poco después de entrevistarlo sobre una antología de la poesía de Antonio Machado que él acababa de publicar. En el intercambio de correos que antecedió a nuestro encuentro, una vez acordados día, lugar y hora, me escribió para decirme que acababa de invitar a David a unirse al plan.

Yo ignoraba que fueran amigos, como tampoco sabía del inmenso cariño que había entre ellos dos, y que tuve el placer de presenciar durante aquella comida. Ambos eran poetas, así que no es raro que haya sido en verso el modo en que uno de ellos deseara celebrar su relación con el otro; lo llamativo es la ligereza y la gracia con las que Huerta hizo uso de las formas tradicionales representadas en los poemas, el sonetillo de versos de ocho sílabas y el soneto. David murió hace casi ocho meses; Toni, la semana pasada. Publico este testimonio único de su amistad para que también lo conozcan quienes siguen este blog. (Con mi agradecimiento a Verónica Murguía.)

Dos sonetos para Antonio Deltoro

(Para restituirle un sonetillo octosilábico extraviado en Taxco)

¿Dónde quedó aquel soneto,

querido Antonio: en el monte,

en el tendido horizonte

o encima de un parapeto?

No lo sé pero prometo

en el vuelo del sinsonte

buscar, ¡mal haya Caronte!,

la rima de este cuarteto.

Quiero decir: no se muere

lo que por ti siento, amigo:

me da gusto declararlo.

Huye el pájaro. No espere,

este poema que digo,

el momento de alcanzarlo.

2

Si en el soneto perdido

me equivoqué en algo, ruego

a quien lo encuentre, si es lego,

no haga caso del sonido.

Lo importante era el sentido:

la amistad, que es como un fuego

capaz de curar a un ciego

con un calor encendido.

Antonio: aquí restituyo

lo que quise fuera tuyo

—el testimonio sincero,

mexicano y valenciano,

gongorino y machadiano,

de quien afirma: «te quiero».

Tlayacapan (Morelos), 3 de agosto 2002

Ginebra, 14 de junio de 1986

Para Antonio Deltoro

El argentino de la voz cansina

guardaba en la memoria prodigiosa

innumerables versos que la diosa

ojizarca le dio. La luz declina

como en sus ojos declinó: la espina

de la ceguera en él fue lenta rosa,

meditación y luz, niebla asombrosa,

vigilia de cristal, noche divina.

Los versos del poema se fundieron

en una sola imagen para el ciego

que los leyó, los escribió y le dieron

al fin de la jornada un claro fuego:

fulgor de poesía. Entonces vieron

sus ojos vivos al inglés y al griego.

Tlayacapan (Morelos), 15 y 16 de febrero de 2002

3 comentarios en “De David Huerta para Antonio Deltoro

  1. Fernando, gracias por estos poemas de amistad y cariño de dos poetas tan queridos y tan nuestros. Leemos estos poemas y el duelo se duplica, se queda en una herida. Tú los envuelves en una caricia con esa transparencia que tienes en tu pluma, como un regalo que siempre nos sorprende.

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