Discretísimo como era, López Velarde escribió “orgullos o necias presunciones” y no “pretenciones” ni “pretensiones”, como han querido los responsables de editarlo a lo largo de más de un siglo. Se ha vuelto imposible celebrar su obra sin referirse a los errores cometidos a la hora de fijar su literatura, y de los que poco a poco, en particular durante los últimos diez años, nos hemos ido dando cuenta. Esta vez ha sido un poema de El minutero, y no cualquier poema sino “Obra maestra” (“el soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad”), el cual, junto con “Novedad de la patria”, es el más conocido y comentado de todos los que conforman ese libro clásico de la literatura mexicana.

La flamante edición de El minutero es parte de la colección Poemas y Ensayos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Cuando el año pasado el poeta Marco Antonio Campos tuvo la amabilidad de encargarme una nueva edición de El minutero, releí el volumen con el detenimiento que merece. El sobresalto ocurrió nada más empezar a leer: en el cuarto párrafo del texto que abre el libro, me brincó la palabra “pretenciones”. A la vista de una voz que me pareció anómala, al menos para el español de México, o que tenía una grosera falta ortográfica, pensé que algo andaba mal.

Primera página del poema «Obra maestra» de la edición príncipe de El minutero, de donde proviene el error. En la tercera línea del cuarto párrafo leemos la palabra «pretenciones».

Como vi que Carlos Ulises Mata no dice nada al respecto en sus imprescindibles Observaciones a las Obras de RLV, acudí por escrito a mi amigo guanajuatense para plantearle el asunto, y él me respondió, una vez pasados unos minutos, que acabábamos de hacer un nuevo hallazgo. En realidad, lo hizo él: se asomó al manuscrito de ese texto, uno de los que resguarda la Academia Mexicana de la Lengua y han sido publicados un par de veces (la última de ellas apenas en 2021), y descubrió que López Velarde no escribió «pretenciones», sino, con toda claridad, “presunciones”.

Fragmento del manuscrito del poema «Obra maestra» donde claramente se lee la palabra «presunciones».

¿Qué fue lo que ocurrió? Muy sencillo: Enrique Fernández Ledesma, amigo íntimo del poeta y editor original de El minutero, leyó mal la palabra, en el mismo manuscrito que tenemos nosotros delante, e hizo una transcripción errónea que solamente ahora, cien años más tarde, ha sido detectada.

Primera página del manuscrito del poema «Obra maestra», que está en la biblioteca de la Academia Mexicana de la Lengua. La imagen proviene de la edición de Archivos de Obra poética de RLV de 1998 de José Luis Martínez.

No hemos sido los primeros en darnos cuenta de que algo estaba mal con esa palabra; le ocurrió también al anónimo editor de las prematuras Obras completas de la editorial Nueva España (1944), aunque él no pudo hacer mucho por razones perfectamente comprensibles. Y es que, impedido de acudir a la fuente primigenia, lo que fue muy difícil hasta antes de 1998, cuando José Luis Martínez reprodujo los manuscritos en Obra poética (Colección Archivos), y absolutamente imposible antes de 1971, cuando la familia del poeta entregó los papeles al presidente de la República (quien los depositó ese mismo día en la Academia), llegó a la conclusión de que se trataba de una errata y “corrigió” la palabra, por lo que tuvimos “pretensiones”, vocablo, éste sí, aunque no escrito por el poeta, en uso antiguo y moderno.

La palabra «pretensiones», «corregida» por vez primera. Fue en la edición de Nueva España, de 1944.

Con la excepción de las de José Luis Martínez, que persistieron invariablemente en el uso de «pretenciones», las ediciones velardianas que vinieron después (Castro Leal, García Morales) adoptaron el razonable pero equivocado criterio, de modo que el error atravesó las últimas décadas oculto bajo un disfraz verosímil. ¿Cuántos otros están esperando a ser descubiertos en la obra del más unánimemente celebrado de nuestros poetas? ¿Y qué decir de los que, a falta de manuscritos, quedarán para siempre en el infierno de las confusiones y los disparates?

«…dirimir esta cuestión con orgullos o necias pretenciones…» (ed. José Luis Martínez, FCE, 1971)

No es en nuestra edición del Minutero, en la que hay un trabajo de naturaleza histórica de Carlos Ulises Mata, y otro, de género crítico, de Luis Vicente de Aguinaga, donde corregimos el error recientemente detectado, puesto que ella tiene otros objetivos: colocar donde debe ir el prólogo que dedicó a ese libro Villaurrutia, el cual hasta ahora nunca había sido utilizado para cumplir tal propósito, y reproducir fotográficamente la edición príncipe, ahora centenaria. Como sea, hemos consignado el asunto en el prólogo que encontrará el lector al abrir el libro por la primera página, donde se lee, por vez primera en letras de imprenta: “Con un hijo, yo perdería la paz para siempre. No es que yo quiera dirimir esta cuestión con orgullos o necias presunciones. ¿Quién enmendará la plana de la fecundidad?”.

Página manuscrita del poema «Obra maestra», reproducida de la edición de 1998 de José Luis Martínez. La palabra «presunciones», claramente legible, está en la séptima línea. La primera página del documento es la imagen que abre este post.

Ha tenido que pasar una larguísima centuria para hacer justicia, al menos en ese pequeño y fundamental detalle, a uno de los más singulares y hermosos poemas en prosa de Ramón López Velarde.

La palabra correcta, reproducida por vez primera en caracteres de imprenta, tal como se reproduce en el prólogo de la nueva edición de El minutero (UNAM, 2023).

2 comentarios en “Presunciones, no pretensiones

Deja un comentario