A los pocos días del fallecimiento de David Huerta, mi colega Roberto Ponce, de la revista Proceso, me planteó unas preguntas por escrito sobre el triste e inesperado suceso. Por razones de espacio, la revista publicó solamente un pequeño fragmento del resultado. Va aquí la versión íntegra, cuando se cumple un año de ausencia del admirado poeta y queridísimo amigo. (La foto que abre este post es de Rogelio Cuéllar.)

¿Cómo se ha vivido la muerte de David Huerta?

Ha sido tristísimo, muy triste y muy inesperado. Y ha dolido especialmente porque estaba en plenitud creativa, lleno de proyectos, intereses y curiosidades. Es verdad que obtuvo el premio más importante que se concede en México, el de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y que publicó en España su gran antología El desprendimiento (2021) que él llamaba “el libro de su vida”, en la prestigiosa editorial Galaxia Gutenberg, lo que quiere decir que cerró un ciclo vital brillante con todo éxito.

Reunión del Patronato de la Casa del Poeta, que David presidía, en agosto de 2021. A la cabecera de la mesa, la directora de la Casa, Maricarmen Férez. Los acompañamos Luis Miguel Aguilar, Coral Bracho y yo, vocales de la fundación.
Foto: Casa del Poeta.

¿Qué tipo de poeta era David Huerta?

Fue un poeta que nunca dejó de crecer. Ambicioso, culto, fino, que hasta los últimos meses de su vida estuvo probando nuevas formas de expresión poética. Cuenta Verónica Murguía, su mujer, y lo sabemos sus amigos, que él constantemente estaba escribiendo poemas, entre sus muchas actividades. El último libro que publicó en vida, El viento en el andén (Monte Carmelo Ediciones, 2022), ha soprendido a la crítica por su naturaleza novedosa, única dentro de su bibliografía. Luis Vicente de Aguinaga, por ejemplo, lo describió, de manera informal, como una novela, una suerte de novela lírica.

Pero era un poeta interesado en la tradición…

Sí, por supuesto. Era un profundo conocedor de la tradición y del oficio y la historia de la poesía, y no sólo de nuestra lengua, sino también de la inglesa. Algo importante es que David consiguió contagiar el interés por la mejor poesía a una inmensa cantidad de jóvenes sin rebajarse a simplezas o a cursilerías, con el ejemplo de la suya propia, desde luego, y la de los poetas que le gustaban, una poesía sofisticada e incluso en ocasiones difícil. Nada más hay que ver la cantidad de jóvenes que desfilaron, con gran emoción, entre el 3 y el 4 de octubre por Gayosso, donde se velaba su cuerpo.

El 19 de diciembre de 2019, día de la foto, que es de Héctor García, nos reunimos con Francisco Morales, reportero del diario Reforma, para hablar de la reciente edición de un soneto inédito de Gerardo Deniz que imprimió Juan Pascoe para la serie del Armadillo, que el poeta dirigía con su mujer, la escritora Verónica Murguía.

Tenía mucha relación con los jóvenes…

No sé si has visto lo que algunos de ellos han publicado en Twitter. Uno de ellos dijo: “Si eres poeta en México, algo le debes a David Huerta”. Otro escribió: “Si conociste a David Huerta, algo te dio, te llenó las manos de algo”.

¿Cómo se conocieron tú y él?

Extrañamente, no me acuerdo. Fue a finales de los años ochentas, quizás en la redacción de El Semanario Cultural de Novedades que dirigía José de la Colina. Lo que tengo claro es que lo primero que ocurrió entre nosotros fue un acto de generosidad suyo hacia mi persona. Él había ocupado el puesto de Poet in Residence en la Universidad de Bucknell, en Lewisburg, Pensilvania. Por esos días salió la posibilidad de invitar a un mexicano para ocupar la plaza de profesor adjunto del Departamento de Español, y David me ofreció esa oportunidad a mí, pese a que casi no nos habíamos tratado. Luego empezamos a tejer una amistad que pronto se reforzó porque ambos éramos amigos de Gerardo Deniz… Bueno, él lo había sido desde mucho antes, cuando se conocieron en la editorial Siglo XXI, en los años setentas. Como sea, fuimos cada uno por su lado muy cercanos a ese querido personaje que nos marcó profundamente a los dos. Al morir Deniz ahí estuvimos, la tarde de aquel 20 de diciembre de 2014 en el Sanatorio Español, y a partir de ese día nuestra amistad se hizo más fuerte, casi como si fuera una manera de evocar la presencia de nuestro maestro común.

David, retratado por Arturo Orta. Fue la foto que me entregó para incluir en su libro Las hojas (sobre poesía), que tuve el privilegio de editar.

¿Qué poetas recuerdas que siempre le gustaron e influyeron?

Una figura trascendental en su juventud fue el poeta cubano José Lezama Lima. Y en cierto sentido, con la madurez de David, con el refinamiento de su idea de la poesía, me parece que cambió a Lezama por Góngora. La gran pasión literaria de la vida adulta de David fue Góngora, de quien atesoraba un ejemplar de una famosa edición de tiempos del poeta. A él dedicó largos años de lectura detallada y gozosa, sobre todo convencido de que no era un autor impenetrable o que dijera disparates, como se pensó durante un largo tiempo, sino que debajo de sus complejas estructuras sintácticas había una profunda verdad que siempre podía aclararse hasta en los últimos detalles. Uno de los deseos que tenía David en los últimos años de su vida era visitar la tumba de Góngora, cosa que tristemente no pudo ocurrir.

¿Quién nos deja y qué nos deja David Huerta?

Cuando ganó el Premio de la FIL, en el acta del jurado se habló de su fraterna inteligencia. Entre todas las virtudes de David se habló de esa fraternidad, de esa inteligencia fraterna que tenía, que de verdad lo hizo ser una especie de hermano mayor de muchos de nosotros. Yo diría que hemos perdido a un entrañable e insustituible hermano mayor. Por si fuera poco, David Huerta fue un enorme poeta y cada día que pase vamos a apreciar con más justicia el inmenso legado literario que nos ha dejado, una obra que nos va a dar para hilar durante muchos años. 

Una de las últimas fotos que le hice a David. Fue en la casa del editor Federico de la Vega, en la ciudad de Querétaro, en diciembre de 2021, al final de las actividades del encuentro de escritores y pintores organizado para cerrar el año de López Velarde. Al fondo de la imagen, el poeta Jorge Esquinca.

2 comentarios en “La fraterna inteligencia

  1. Estimado Fernando:
    Leí un par de artículos que escribiste sobre Juan Almela Castell; me gustaron mucho. Me encuentro escribiendo un artículo sobre su padre Juan Almela Meliá, y me interesaría localizar algunas de las fotos (vi que las fotos son del archivo del poeta). Soy restauradora del INAH, y me gustaría que me orientaras sobre dónde podría encontrar este archivo y fotografías. Muchas gracias!

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