Hubiera ascendido con más flema, de haber sabido que me estaban grabando. La urgencia de llegar lo antes posible, ubicar la placa y hacerle unas fotos que testimoniaran su localización y estado, todo ello sobre un terreno escabroso y de subida, justifican el pequeño desfiguro. Habíamos llegado a La Bufa tres minutos antes en el último teleférico, y ya sólo nos esperaban a nosotros para regresar al punto de origen y dar por concluidos los traslados de ese día.

Zacatecas, la tarde del 29 de septiembre pasado, desde el teleférico que va del Cerro del Grillo al crestón de La Bufa. Foto: FF

Nada más acabar de comer, en lugar de ir a descansar un rato al hotel, como tenía que haber hecho con los ojos puestos en la conferencia de esa noche, Jánea Estrada nos convenció de ir a conocer el insólito museo que ella ha creado, y hasta allá fuimos, acompañados de Martín Yáñez y Miguel Ángel Díaz Castorena, a contemplarlo desde el aire, puesto que es así como debe verse esa colección de obras pictóricas reproducidas en algunas azoteas de la ciudad barroca.

Miguel Ángel Díaz Castorena (director del Museo Rafael Coronel), Jánea Estrada, Martín Yáñez (mi guía durante ese día) y yo, en la cabina del teleférico, encima de la ciudad de Zacatecas. Foto: FF

En 1926, cuando se cumplía un lustro de la muerte de López Velarde, un gobernador del que se tiene buen recuerdo invitó a develar una placa en honor del poeta en una pared del cerro emblemático de la ciudad zacatecana a un nutrido grupo de escritores y amigos, quienes hicieron el viaje en ferrocarril desde la Ciudad de México (quizás el mismo en que yo viajé por vez primera a Zacatecas en 1984). El trayecto a bordo del tren dio escenario y personajes a Guillermo Sheridan para contar la vida y la muerte de López Velarde en el relato dialogado que ocupa la mayor parte de su libro Un corazón adicto, publicado por vez primera en 1989. Hay una foto muy conocida del momento en que el viaje de hace casi un siglo alcanzó su objetivo: el grupo, en el momento en que se desvela la placa.

Imagen del periódico Excélsior del 7 de octubre de 1926, cortesía de Víctor Hugo Rodríguez Lozano. Tomada de La Jornada de Zacatecas, donde se publicó el 3 de octubre pasado para acompañar una crónica de Jánea Estrada.

El plan de Jánea consistía no sólo en ver las obras de Felguérez, Ruelas, Goitia, Correa y otros que forman parte del Museo del Cielo, que tal es el nombre de la original galería al aire libre, sino también localizar la placa conmemorativa (en realidad, una inscripción tallada en la piedra) y hacerle algunas fotos, cosa que no pudieron hacer ella y nuestro amigo Marco Antonio Campos en una visita anterior. No fue difícil esta vez. En cuando me la mostró, a lo lejos, me eché camino arriba, con la idea de conseguir alguna imagen de cerca.

La placa develada en 1926, en realidad una inscripción tallada en la piedra, casi desdibujada un siglo después. Foto: FF

Aunque no había casi tiempo, porque nos advirtieron que era el último viaje del teleférico el que nos devolvería al Grillo y de este lado ya sólo quedábamos nosotros cuatro, me lancé armado de teléfono celular, aunque sin excesivo garbo o flema. Tomé las fotos que reproduzco en este post, mientras Jánea hacía el video que muestra la apresurada acometida, el cual, con mi agradecimiento a ella, incluyo asimismo en esta entrega de Siglo en la brisa.

Video: Jánea Estrada

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