Son diez, los primeros que vienen a mi mente cuando, en un momento de distracción puesto que estoy haciendo otra cosa, hablando por teléfono o viendo una película, y ni siquiera entonces consigo que los ojos dejen de vagar, poso la mirada en el lomo de un pequeño volumen que reproduce fotográficamente el estudio que el pintor Francis Bacon tenía en South Kensington, y se me ocurre, como un entretenido ejercicio bibliográfico, hacer una lista, una pequeña lista espontánea de los libros de mi biblioteca que, como ése, me gusta hojear. Entre las tapas de los siguientes diez libros he pasado largos ratos de entretenimiento, gozoso aprendizaje y diversión. Reproduzco la portada y una página que unas veces elijo con todo propósito y otras abro al azar.

1. Pío Baroja: una vida en imágenes. Edición de Pío Caro Baroja (Tusquets, 2006)

El libro no es sino el volumen complementario, el cuarto, de la edición de Tusquets de Desde la última vuelta del camino, las memorias del novelista vasco. Reúne fotos, desde luego, pero también portadas de libros, cartas, retratos a lápiz, óleos, todo lo cual conforma un vivo cuadro de la España que abrió los ojos a la crisis del año 98 para terminar tropezándose con la trágica y sangrienta guerra civil, visto desde la perspectiva de uno de sus escritores más arraigados (y, con Azorín, uno de los dos más longevos de aquella brillante generación).

2. Le monde de Proust (vu par Paul Nadar), de Anne-Marie Bernard (Éditions du Patrimoine, 1999)

Paul Nadar no sólo retrató a Marcel Proust cuando era poco más que un niño (y a su hermano, a sus padres y abuelos), sino que lo hizo también con su entorno, el inmediato y el ampliado. Por ahí asoman, como no puede ser de otra manera, igual que lo hacen el conde Robert de Montesquiou y Reynaldo Hahn, personajes tan ilustres como Sarah Bernhardt, Anatole France, Émile Zola, Claude Monet o Stéphane Mallarmé (y su mujer e hija). Una fantástica galería de de época en las mejores condiciones que pueda imaginarse de encuadre, foco, iluminación.

3. The book of leaves. A Leaf-by-Leaf Guide to Six Hundred of The World´s Great Trees, de Allen J. Coombes, y editado por Zsolt Debreczy (University of Chicago Press, 2010)

El poeta Julio Trujillo llamó mi atención sobre este libro de considerables proporciones que, con lujo de imagen y al detalle, y acompañado de un erudito conocimiento, muestra cuanto podemos saber de 600 especies de árboles a partir de su hoja, que los editores del volumen se han dado el gusto de reproducir, página a página y ficha tras ficha, al tamaño que tienen en la realidad.

4. Miguel Rojo Borbolla. Fotografías de la vida campesina. Puertas de Cabrales (1904-1913), edición de Juaco López Álvarez (Muséu del Pueblu d’Asturies, 2007)

Mi amigo Juaco López editó en 2007 este libro que rescata el trabajo, desconocido hasta ese momento, de Miguel Rojo Borbolla, fotógrafo aficionado que dejó testimonio de la vida, personajes y costumbres de un pueblo del concejo asturiano de Cabrales a principios del siglo pasado. Lo que aparece en sus páginas es el país exacto del que provino mi familia paterna, captado en el momento en que mis bisabuelos emigraban a América y nacían sus hijos, de un lado o del otro del océano, de modo que los rostros, las vestimentas, los oficios y hasta los paisajes que muestra este libro son exactamente los que conforman el mundo retratado en Oriundos (Cataria, 2018).

5. Escultura monumental mexica, de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján (dos ediciones: primera, Fundación Conmemoraciones, 2009; segunda, FCE, 2012)

Tanto me gusta este libro, que lo tengo en las dos ediciones en que ha aparecido: la primera, proyectada con lujo de proporciones, pero incómoda para ser manipulada y leída, y la que fue publicada tres años después, idéntica pero en un tamaño menor, que es la que prefiero sacar de la sección de mi librero dedicado a las culturas prehispánicas (o pre-mexicanas, como le gustaba decir a Manuel Sánchez Santoveña). Matos y López Luján se alternan para analizar las grandiosas piezas que conforman el impresionante catálogo de la escultura monumental mexica, de la Piedra del Sol a Tlaltecuhtli, y el paseo repetido por sus textos, como si lo hiciéramos por los pasillos de un museo de espacios generosos y bien iluminados, vale la pena una y otra vez.

6. El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España, desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914, de Publio López Mondéjar (Ediciones del Azar, 2014)

No alcancé a ver la exposición de la que fue resultado este libro, pero llegué a tiempo a Madrid cuando acababa de desmontarse y todavía alcancé a conseguir un ejemplar. El libro, como hizo la muestra, da cuenta del nacimiento y la historia de la fotografía en España tomando como eje el retrato de los escritores españoles a partir de la irrupción de la generación romántica, cuando no acababa de disolverse en el aire el humo de la pistola con que se mató Mariano José de Larra (1837), quien ya no alcanzó a ser fotografiado, como dice muy gráficamente el autor del libro (sí lo fue, en cambio, Bécquer, aunque tan escasamente que sólo contamos con dos o tres retratos suyos…) Desde entonces y hasta la generación de Ortega, de Juan Ramón Jiménez y de Gómez de la Serna, todos los autores de importancia lo fueron, y el libro recoge esa rica galería que da gusto repasar como si fuera siempre la primera vez.

7. Códice Laud, edición de Anders, Jansen y García Reyes (FCE, 1994)

Soy muy entusiasta de los antiguos códices mexicanos, y hasta me precio, yo que soy poco o nada bibliófilo, de poseer reproducciones facsimilares o fotográficas de algunos de ellos: el Borgia, el Vaticano B, el De la Cruz-Badiano, el Tonalámatl de Aubin, el Boturini, ¡el Dresde!… y eso sin contar los números especiales de la revista Arqueología mexicana, entre los cuales mi preferido es el dedicado al maravilloso Nutall, en dos entregas. El que aparece en esta lista, el Códice Laud, quizás sea mi preferido, y es, sobre todo porque se trata de una reproducción fotográfica a tamaño, el que más disfruto hojear. Eso es también así gracias a su sobriedad, su buen gusto, su equilibrio, sus proporciones, todas esas virtudes que le permiten transmitir más a las claras el insondable misterio de que esos portentosos y escasos documentos están invariablemente revestidos.

8. 7 Reece Mews. Francis Bacon´s Studio, de John Edwards y Perry Ogden
(Thames and Hudson, 2001)

El libro cuya vista reiterada a mis ojos mientras hablo por teléfono o veo una película me ha invitado a escribir este post recoge fotográficamente todos y cada uno de los rincones del estudio que el gran pintor irlandés Francis Bacon mantuvo entre 1962 y el año de su muerte, en el barrio londinense de South Kensington. La cantidad de objetos, papeles, libros, materiales pictóricos y basura, mucha basura, revueltos una y cien veces, con una prolijidad y un horror al vacío que describen al menos una faceta del genial Bacon, conforman un riquísimo catálogo de la vida cotidiana y artística en el que resulta muy interesante curiosear.

9. The TWA Terminal, de Ezra Stoller (Princeton Architectural Press, 1999)

Compré el librito en 2001, al final de un recorrido por el Tate Modern de Londres que me dejó con la mirada preparada para sumergirme en la lógica espacial, el sueño de las formas orgánicas y la plena libertad de la expresión que hay en esta pequeña monografía sobre la célebre Terminal TWA, construida en Nueva York por Eero Saarinen. La obra, comisionada en 1956 y llevada a su conclusión en 1962, fue durante años el colmo de la idea de la modernidad relacionada con el futuro que prometía la aviación. El edificio, que nunca he visitado en persona y hasta donde sé ha sido muy modificado, se conserva en las imágenes de este librito tal como fue concebido originalmente.

10. Cruz Azul. 50 años de primera (Ediciones Urano, 2015)

Este libro, al que llegué por azar, y que me alegro haber adquirido cuando acababa de publicarse porque ahora debe de ser inconseguible, tiene todas las virtudes para hacerme un visitante frecuente de sus páginas: su tema, desde luego, pero también su diseño, poco o nada protagónico y siempre al servicio del material documental; la calidad de la edición, que comienza con el perfecto escaneo del notable material fotográfico; la seriedad de la información y los testimonios reproducidos en él. Suelo hojearlo hasta cierta página, allá cuando la historia del equipo llega a 1982, época en que el grandísimo interés que puse en el Cruz Azul (y en el futbol en general) empezó a cambiar de dirección.

2 comentarios en “Diez libros que me gusta hojear

  1. Fernando: Me resulto muy entretenido esta presentacion de libros, algunos que no tenia la menor idea de su existencia. Mil gracias por compartir, fuerte abrazo Joaquin Mascaró Sacristan

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