
Estos días aparece una notable nueva obra de Arnaldo Coen: se trata de un códice o libro-biombo impreso en serigrafía con aplicaciones de hoja de oro, de cuya edición se ha encargado Enrique Cattaneo en su prestigioso taller de Cuernavaca. El gran artista, invariablemente generoso, me invitó a participar en la pieza entregando un texto para ser incluido en ella. Como el poema que le entregué tiene una singular historia, o al menos la tiene el modo en que adoptó su forma definitiva, me ha parecido que puede resultar interesante contar algo al respecto. La idea es enriquecer la lectura de la pieza con detalles sobre uno de los elementos que la conforman. He aquí el relato.

“Nubes” fue primero un poema unitario; mejor dicho: un deseo no satisfecho, una aspiración no conseguida de poema unitario. Algo escapaba a mis manos y me impedía darlo por concluido. Desmañado y todo, irresuelto, persistía en los papeles que deseaban convertirse en Oscuro escarabajo.

Tratando de resolver otro problema, el de dar orden a los textos y estructura al libro, me pregunté qué pasaría si lo partía en fragmentos suficientemente grandes como para conservar su unidad significativa y usaba cada uno de ellos para separar secciones de poemas. La solución daría a la serie la sintaxis que estaba pidiendo y de paso resolvería su estructura.

De ese modo, “Nubes” quedó fragmentado en seis partes: coloqué la primera al principio y la última al final de la serie; el resto, las estrofas intermedias, cuatro de número, sirvieron para dividir los cinco grupos de poemas que habían sobrevivido a la selección final. En su nueva colocación, los fragmentos de la pieza anteriormente no resuelta funcionarían para recordarnos cada cierto número de páginas la fugacidad sobre la que está fincado todo, tal como enseñan las nubes a quienes se toman el tiempo de observarlas.

Cinco años después de publicado el libro, cuando Arnaldo Coen me invitó a colaborar en una nueva muestra de su trabajo, me pidió, además de los textos de sala y catálogo de la exposición, un texto que acompañara una pieza cuya maqueta me mostraba en ese momento: un kakemono (como siempre lo llamó), una suerte de libro-biombo, un códice de unos dos metros y medio en su forma extendida, plegado en seis partes, en cuyo anverso desarrollaba en pequeño, con el exquisito buen gusto, el género de formas libres en blanco y negro con intervenciones doradas de las piezas de gran tamaño de la muestra.

Ésta, como sabe quien pudo visitarla, reunió bajo el nombre de Per-versiones dos series distintas: las telas de gran tamaño de las cuales el kakemono era una versión continuada y a escala, y una serie larga de piezas, minúsculas en comparación, resueltas en todos los colores. Si las mayores eran una serie recientemente concluida, las pequeñas eran el resultado de largos años de trabajo imaginativo, curioso, especulativo, sobre las páginas arrancadas a un librito de su autoría editado por Vicente Rojo del que Coen conservó suficientes ejemplares, donde seguía explorando los cubos impresos originalmente en ellas, ahondándolos, añadiéndoles intenciones, personajes y formas.

Cuando vi la maqueta del códice pensé casi de inmediato en “Nubes”. ¿Qué pasaría si aprovechaba la oportunidad de reunir nuevamente sus piezas? ¿Cuál sería el resultado si después de la desintegración buscara nuevamente la unidad original? Eso supondría la reutilización de un material previamente utilizado, filosofía de la que Arnaldo ha extraído magníficos resultados.

La obra final, cuyos cien ejemplares impresos en serigrafía con aplicaciones de oro en papel Hahnemühle de 300 gramos salen estos días del taller del extraordinario editor Enrique Catteneo, ha resultado ser una verdadera joya de arte.

Si en el anverso, o cara principal, se desarrollan las figuras libérrimas de Arnaldo, en el reverso corre el poema, formado para tal efecto por mi amiga, la talentosa diseñadora española Lola G. Zapico. Tal como se conoce por las imágenes que reproduzco, el kakemono de Arnaldo Coen no es sólo un libro-biombo o códice, sino también una escultura móvil, llena de posibilidades de despliegue y exposición.

Vayan estas imágenes, e incluso el video que reproduzco más abajo (obra de Johan Galván, hecho cuando la pieza se expuso por primera vez, en el Seminario de Cultura Mexicana), con mi infinito agradecimiento al gran artista, para ilustrar mis palabras y dar una idea más completa de su nueva pieza.

Ficha Técnica: Kakemono o códice o códex o libro-biombo. Impresión en serigrafía con aplicaciones de hoja de oro inglés sobre papel Hahnemühle de 300 gramos. Medidas: al tamaño final, 19.5 x 19.5 centímetros; en desarrollo, 2.33 metros. La cubierta es de MDF cubierta con hoja de oro inglés. La edición consta de 100 ejemplares más 10 P. A. y 10 P. T. Se imprimió y editó en el Estudio de Experimentación Gráfica de Enrique Cattaneo durante el invierno de 2022-2023.