Juan Almela era especialmente sensible a las malas traducciones, entre otras causas porque tuvo que sufrirlas con demasiada frecuencia. Las editoriales para las que trabajaba le encargaban la revisión de las traducciones de otros y la tarea le resultaba muy engorrosa. Para colmo, los traductores a los que debía corregir solían ser personajes encumbrados en el mundillo intelectual, frecuentemente de izquierdas. Nunca sin sentido del humor, siempre con ironía, Almela podía referir durante horas los gazapos y los errores a veces increíbles de los “profesionales” del mundo de la literatura y la política que se habían aficionado a la traducción, a los cuales había tenido que enmendar (y padecer). De las conversaciones grabadas que hicimos a lo largo de los últimos cinco años de su vida recupero algunos ejemplos.

El del filósofo, al cual él mismo bautizó como Salsifí en uno de los cuentos de Alebrijes (“Circulación cerebral”, De marras, pág. 46), quien había traducido las expresiones “light hypnosis” y “light nucleus”, que significan respectivamente “hipnosis ligera” y “núcleos ligeros” (conceptos de la física, explicaba Almela), por “hipnosis luminosa” y “núcleos de luz”. La conocida dramaturga que trasladó al español un libro sobre sicoanálisis y mitología que en México tuvo mucho éxito, quien había traducido la expresión “Unmoved Mover”, el Motor Inmóvil a que se refería Aristóteles, por la “Madre Inconmovible”. La novelista y politóloga que pasó a nuestra lengua un libro sobre gorilas en el que tradujo como “el sonar del viento” la expresión breaking the wind, es decir “tirarse un pedo”, cosa que hacían aquellos animales mientras dormían en la noche en que ninguna otra cosa se escuchaba… Al respecto, Almela explicó en aquella ocasión: “Es la expresión inglesa, como en español puede decirse ‘ventosearse’. En inglés se dice ‘romper viento’. Todos los idiomas tienen eso que se llama idiotismos” (“giro o expresión propios de una lengua que no se ajustan a las reglas gramaticales, por ejemplo ‘a ojos vistas’”, leo en el diccionario).

A este género de traducciones, Almela las llamaba, conforme con el sentido de la palabra recogido en el diccionario, “mocosuena”: aquellas que se hacen “atendiendo más al sonido que a la significación de las voces”; la palabra es el resultado de una metátesis de la expresión “como suena”. En el número 13 de la revista Plural (octubre de 1972, pág. 40), publicó una nota anónima titulada de ese modo, “Mocosuena”, en la que recogía los graves errores de traducción de Rosario Castellanos de la poesía de Saint-John Perse.

El traslado del poeta francés hecho por la autora mexicana ocupa 43 páginas de su libro Poesía no eres tú (FCE, 1972); la nota aparecida en la revista de Octavio Paz se proponía echar “una ojeada en plan de elemental diccionario, a las primeras nueve páginas de este texto (pp. 246-254 del libro)”, con la idea de contentarse “con algo de lo más jocoso”. Muchos son los ejemplos de yerros de traducción que tienen resultados absurdos, hilarantes o ridículos. Ilustro este post con aquel recorte, que estaba excepcionalmente sin mayores indicaciones (fecha, lugar donde fue publicado, autoría) entre los papeles del poeta.

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