
Uno de los tesoros de la hemerografía velardiana es la revista Vida Moderna, que circuló en la Ciudad de México de hace más de un siglo, entre 1915 y 1916. En sus páginas publicó López Velarde algunos de sus textos emblemáticos —y también algunos de los mejores, como el que justifica esta entrega de mi blog.

Ya en otra ocasión me he referido a esa publicación decididamente carrancista dirigida por Carlos González Peña, donde el poeta fue tratado siempre como alguien de casa. Lo hice cuando, aconsejado por un dato leído en José Luis Martínez, fui al encuentro de la primera publicación del retrato del jerezano dibujado al carbón por su amigo Saturnino Herrán. Tal como comprobé en la Biblioteca Lerdo de Tejada, donde se conserva la revista, el retrato de López Velarde fue dado a conocer en el número que circuló el 29 de marzo de 1916, como oportunamente dejó anotado su editor. Ya entonces me di cuenta, con la revista delante, de la enorme importancia de Vida Moderna para el estudio de nuestro poeta.

Mucho anoté aquella mañana de febrero de 2020, a sólo unas semanas de la llegada de la pandemia que cerró las bibliotecas durante más tiempo del que hubiéramos deseado. Como si presintiera el azote que nos caería encima, una vez resuelta mi principal consulta, me dediqué a ver con parsimonia aquellos ejemplares encuadernados en un solo tomo y viví una serie de gratas experiencias literarias, no todas relacionadas por fuerza con López Velarde.

No poco de lo que conseguí ver con mis propios ojos ese día enriquece aquí y allá alguno de los ensayos reunidos en mi nuevo libro sobre el zacatecano, La majestad de lo mínimo, que estos días entra a imprenta: una errata en la publicación inaugural de uno de los mejores poemas de La sangre devota; algún pequeño cambio, no por eso menos interesante, en el título de una página significativa; el hallazgo de la primera edición de algunos de sus poemas que más nos gustan…

Es el caso de «Mi prima Águeda». Comparto, escogidas de entre las fotos que hice aquel día con mi teléfono celular, un par de imágenes de su primera publicación. Fue en el número 19 de Vida Moderna, aparecido el 26 de enero de 1916. Precisamente por esos días se imprimía La sangre devota, el libro del que forma parte. ¿Aparecería primero el poema en la revista y poco después en el libro? O la cosa, ¿sería al revés? Jesús Villalpando, a quien está dedicado este breve y portentoso poema, no era otro que el secretario de redacción de la revista.

Estos días de justificada algarabía velardiana, cuando se acerca la conmemoración de los cien años de su fallecimiento, que se cumplirán la madrugada del próximo 19 de junio de 2021, hemos oído algunos destemplados comentarios que nada aportan al conocimiento del poema. Para quienes deseen verlo con ojos verdaderamente nuevos, recomiendo el extraordinario análisis de Martha Canfield que ha sido ya motivo de alguna entrega de este cuaderno en línea, y que forma parte de su bello libro La provincia inmutable (Florencia, Italia, 1981), publicado por vez primera en México en 2016.

Más sobre López Velarde en este blog:
¿Padecía una enfermedad venérea?, https://bit.ly/3cbLNZK; El amigo asturiano de Ramón, http://bit.ly/b1iBm5; Fermín Revueltas ilustra El son del corazón, http://bit.ly/1ggNc03; Una errata pertinaz, http://bit.ly/1R3E42m; Martha Canfield analiza “Mi prima Águeda”, https://bit.ly/3gtsTB3; Joya inadvertida, http://bit.ly/1ggNc03; Alfonso Camín en la muerte de López Velarde, http://bit.ly/1j1hHJt; El candil (imágenes), http://bit.ly/1hpixv4; Cuatro cipreses, https://bit.ly/2XbNItp
Un comentario en “Mi prima Águeda, primera publicación”